Canto del indri

El Canto del Indri | Viaje a Madagascar

Era uno de los momentos más esperados del viaje, al menos para mí.

Antes de que el sol despuntara, nosotras ya estábamos en movimiento. Había que ponerse en marcha cuanto antes.

Salí entusiasmada de uno de los mejores alojamientos en los que he estado nunca, el hotel Feon’ ny Ala. Y me pareció uno de los mejores no por sus lujos o comodidades, sino por su ubicación. Justo frente a la imponente selva de Andasibe.

Me quedé en silencio, mirando la inmensa masa de vegetación, y esperando escuchar al protagonista del día. Pero no tuve suerte en ese momento o, al menos, no pude distinguirlo entre bullicio mañanero de la selva: aves, insectos, el movimiento de los propios árboles, el crujir de los troncos...

Mejor ser paciente y tener algo de esperanza, llenar el estómago antes de partir y luego, ya veremos.

A la búsqueda de un concierto natural: El Canto del Indri

Tras desayunar echamos a andar rumbo a la selva de Andasibe. Nuestro guía, un joven local, tranquilo pero apasionado cada vez que avistaba un animal, iba a la cabeza, apurando el ritmo.

Entre las 7 y las 11 de la mañana es cuando tiene lugar “el concierto” que nosotras queríamos escuchar, y no había tiempo que perder. Cuanto más temprano mejor y con más probabilidades de éxito.

Cuando nos adentramos en la selva empezamos a trepar por una empinada loma, ayudándonos de los troncos de los árboles para tomar impulso.

Allí no había un camino trazado, pero nuestro guía, con esa brújula interna que caracteriza a quienes se han criado rodeados de naturaleza, conocía casi cualquier esquina en esa inmensa masa forestal.

La humedad hacía que sudáramos a borbotones, a pesar de lo temprano que era; pero, a su vez, la llovizna que aparecía y desaparecía nos iba refrescando.

En el más absoluto silencio, principalmente para no perturbar la vida de la selva, pero, siendo sincera, también porque nos faltaba el aire, seguíamos a ese muchacho malgache que parecía funcionar con pilas Duracell.

Y, de repente, de la nada, sin previo aviso, cuando casi nos faltaba el aire, se inauguró el esperado concierto.

El estremecedor canto del indri

Una de las cosas que más me fascina de los viajes de naturaleza, especialmente los faunísticos, es su capacidad para hacer aflorar todo tipo de sentimientos y sensaciones.

El revivir de esa conexión que un día tuvimos con el medio natural y que a menudo se disipa en las grandes ciudades en las que habitamos.

Allí, en medio de la selva de Andasibe, rodeados por el característico "silencio escandaloso" de los lugares que son en sí mismos una explosión de fauna, hubo una voz que se alzó por encima del resto.

Era la hora de comunicarse para el lémur más grande de Madagascar, el indri; y nosotros, como si de un grupo de cotillas se tratase, no queríamos perdernos ni un solo detalle de su entretenida conversación.

Un primer individuo de indri dio el pistoletazo de salida y, sin demora, recibió respuesta.

Empezó un ir y venir de aullidos agudos e intensos que rebotaban en los árboles y conseguían hacerte sentir inmerso en ese concierto, con más eficiencia que los mejores equipos de sonido envolvente.

Parecía como si estuvieran ahí, justo ahí; uno a unos pasos hacia delante, otro justo detrás de nosotros…pero no, estaban a kilómetros de distancia, a más de un par de kilómetros; y, sin embargo, la potencia con la que se escuchaba era ensordecedora.

A mí se me pusieron los pelos de punta y me sentí pequeña y grande a la vez. Me sentí afortunada y tan feliz, que se me llenaron los ojos de lágrimas (llámame dramática, pero no exagero).

Seguidamente, me sentí algo entristecida, preocupada porque este maravilloso animal se encuentre en peligro crítico de extinción.

Pensé en gente a la que quiero y que sé que fliparía con lo que yo estaba viviendo, y quería que también lo vivieran. Pensé en mis antiguos compañeros de facultad, y en cómo hasta el biólogo más aséptico alucinaría con este concierto natural.

Y quise decirle a todo el mundo ¡tienes que viajar a Madagascar! Pero luego pensé en los turistas irrespetuosos, y me planteé si sería mejor guardarme el secreto.

Y con ese dilema de querer compartir una de las mejores y más especiales experiencias que he vivido, sin querer contribuir al detrimento de las poblaciones de indri por la presión turística, escribo esto que estás leyendo.

Y he llegado a una conclusión. No quiero guardar el secreto, es demasiado bonito para permanecer escondido. Pero, a cambio, te pido que pongas todo lo que esté en tu mano para que éste y cualquier otro animal amenazado no pase a engrosar la lista de animales extintos.

Sé un turista responsable vayas donde vayas, apuesta por la naturaleza.

Algunos datos sobre el indri

Nombre científico: Indri indri

Nombre común local: Babakoto, que en malgache significa “ancestro, padre, abuelo”

canto del indri

¿Qué es?: una especie de primate estrepsirrino

¿Cuánto mide?: hasta 70-72 cm (hasta 120 cm con las patas extendidas)

¿Cuánto pesa?: entre 7-10 kg

¿Dónde vive?: en Madagascar, de donde es endémico, al igual que el resto de lémures

Hábitos: diurnos

Estado de conservación: en peligro crítico. Es uno de los 25 primates en mayor peligro de extinción del mundo.

Amenazas: deforestación, fragmentación de su hábitat

El canto del indri

Los indri cantan para comunicarse entre sí, indicando con su canto señales de peligro, marcaje del territorio o el potencial reproductivo entre otros.

Cantan a diario, pero la franja horaria en la que más lo hacen es entre las 7 y las 11 de la mañana. Durante la época de reproducción cantan con más frecuencia.

Para amplificar el sonido de sus canciones, el indri sube hasta la copa de los árboles y consigue que su canto pueda ser escuchado a distancias de hasta 4 kilómetros.

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