Las modas y los cánones de belleza son algo muy curioso. Muchas de ellas surgen de la nada y, de repente, hay miles de personas siguiendo esa nueva tendencia, intentando dar la talla en el patrón de belleza establecido.
Sorprendentemente, los viajes también nos enseñan un par de lecciones sobre algunas de estas modas.
Digamos que ponen de manifiesto lo absurdo de muchas de ellas, porque lo que aquí es cool, en la otra punta del mundo es bazofia.
Esta revelación me llegó además para una moda que conlleva cierto riesgo para la salud; la obsesión por estar moreno.
En occidente son muchísimas las personas que se tuestan al sol sin protección o, lo que es peor aún, con aceites que hacen que se pongan morenas más rápido; también hay multitud de personas que se gastan dinerales en cabinas de rayos UVA o que utilizan un día sí y otro también cremas de autobronceado para conseguir su deseado color caca.
Sabía que, en China, por ejemplo, no se sigue esa moda, más bien al contrario. La gente rehúye del sol, porque una piel morena y curtida es sinónimo de pobreza para ellos; es de personas de campo, más toscas, menos sofisticadas.
Pero bueno, dicho así, ese canon de belleza chino, por superficial que sea, en realidad consiste en conservar tu tono de piel natural, sin modificarlo con técnicas o productos; con el añadido de que evita sufrir daños derivados de la exposición al sol.
Sin embargo, en mi recorrido por el Sudeste Asiático me di cuenta de que oriente también está a merced de las modas en lo que al color de la piel se refiere. Eso sí, a la inversa; ellos prefieren el color leche.

¡Ojo al piojo!, blancura en tres sencillos pasos. Según este producto el tono de piel se decolora de forma instantánea.
La verdad es que, más allá de evitar el sol, desconocía que en China o en el Sudeste Asiático intentaran activamente decolorar su piel de alguna forma.
Algo que, cuando lo digo en alto, me sigue sorprendiendo (por no decir escandalizando) y me trae instantáneamente a la mente la imagen del rey del pop...
Inspirados o no en Michael Jackson, en varios puntos del Sudeste Asiático, como Tailandia o Filipinas, por ejemplo, bastaba con entrar a un supermercado o tiendecita para toparte con una Whitening Cream; en castellano, crema blanqueadora.
Las hay de toda clase: hidratante, reafirmante, exfoliante…pero todas, whitening. Tal era así, que me costó la vida encontrar una crema hidratante que no fuera blanqueadora.
Cabe decir que también hay whitening creams con baba de caracol, que al parecer lo mismo vale pa’ un roto que pa’ un descosío; igual te reconstruye todas las arrugas que te deja la cara más blanca que la leche.
Me pregunto si habrá una crema autobronceadora a base de baba de caracol...


A la izquierda, una crema blanqueadora a base de la milagrosa baba de caracol. A la derecha otros productos blanqueadores vistos en Tailandia.
En fin, que, para mí, esta lección viajera no hace más que demostrar que al ser humano se le va la pinza en lo que a modas se refiere, independientemente de su nacionalidad; pero creo que es curioso ver cómo cambia de un país a otro el concepto de belleza. Nosotros queriendo estar más morenos, y ellos más blancos. El caso es no conformarnos con cómo somos.
Así que ya sabes, si te has pasado con el sol y viajas al Sudeste Asiático con intenciones de ligar, que sepas que igual no te comes un colín, porque allí con tu bronceado no estarás a la moda.