Muchas personas deciden lanzarse a la aventura de viajar solos, algo que casi siempre resulta ser muy enriquecedor y que nada tiene que ver a cuando viajamos acompañados.

Sin embargo, son muchos los viajeros que no se ven capaces de recorrer el mundo en solitario o simplemente su viaje ideal incluye compartir sus aventuras con alguien más. Por ello, buscan un compañero de viaje en todos los rincones.
Este artículo tiene un enfoque algo egoísta, pensando en tí como viajero y en la experiencia que quieres vivir, y no en lo que prefieren los demás.
Puede sonar mal, pero al fin y al cabo cada persona debe ser dueño de sus sueños y ocuparse ella misma de conseguirlo.
Eso sí, ten en cuenta que el artículo está dirigido a viajes de duración medio-larga, a lugares completamente diferentes al sitio en el que vivimos o a experiencias que puedan ser tan maravillosas como frustrantes si salen mal.
El compañero de viaje
Viajar en compañía puede tener muchas ventajas y satisfacciones, siempre y cuando elijamos a la persona adecuada.
El refrán “más vale solo que mal acompañado”, que a menudo suele ser muy acertado, también es aplicable a los viajes. En ese refrán puede estar incluida cualquier persona que nos rodee, aunque se trate de nuestro hermano del alma o nuestro gran amor. Esto es así porque viajar puede ser muy diferente a nuestra vida cotidiana.
Quiero decir que, podemos entendernos a la perfección con nuestra pareja en el día a día y actividades cotidianas, pero eso no implica que se nos dé igual de bien mientras estamos viajando juntos.
Por ejemplo, si él o ella tiene verdadera fobia a todos y cada uno de los insectos del mundo, una expedición por la selva de Madagascar puede no ser un viaje adecuado para hacerlo juntos. Tu pareja lo pasaría realmente mal y tu tendrías que sacrificar esa parte del viaje o disponerte a pasarlo mal también por simple empatía.
Por tanto, es muy importante conocer a tu compañero de viaje, exponer preferencias y límites, informarse sobre el o los destinos a visitar y, solo entonces, ver si es factible realizarlo juntos. Cabe destacar que no hay nada de malo en discrepar y viajar por separado, de hecho, es enriquecedor.
La comunicación
Otra opción, para mí la mejor, cuando dos personas quieren viajar juntas pero difieren en bastantes aspectos o preferencias, consiste en compenetrarse al máximo, independientemente de las diferencias que pueda haber entre ambos.
Esta alternativa se basa en la buena comunicación, la sinceridad, la independencia y la libertad de elección. Consiste básicamente en emprender un viaje conjunto respetando al 100% las preferencias, gustos y decisiones del otro.
Así, imagínate que organizan un viaje juntos al sudeste asiático con una primera parada en Tailandia. Una vez en el destino, uno de los dos (o tres, o los que sean) decide que no le gusta Tailandia y que prefiere cambiar inmediatamente de destino; mientras tanto, el otro quiere pasar el mayor tiempo posible en el país porque le encanta. Si tienen las ideas claras desde el principio y hay una buena comunicación y demás, el primer viajero puede lanzarse a descubrir Camboya mientras el otro permanece en Tailandia. Más adelante podrán reunirse en algún punto, bien en Camboya u otro sitio, y continuar el viaje conjuntamente.
Otro ejemplo sería que, en el país que se está visitando, uno quiere recorrer todos y cada uno de los lugares culturales mientras que el otro prefiere adentrarse en la cultura del país acudiendo a un curso de cocina o aprendiendo una danza tradicional. Si los compañeros de viaje son respetuosos el uno con el otro no habrá problema en separar los planes temporalmente para que cada uno viva la experiencia a su manera y conforme a sus preferencias.
Sé que puede sonar fácil y evidente, pero creedme, es importante hablarlo antes de iniciar el viaje. Es preciso contemplar la posibilidad de que a uno no le apetezca lo mismo que al otro y que ambos deben ser independientes a la hora de disfrutar el viaje como gusten.
De lo contrario, nos enfrentamos a malentendidos, a hacer cosas que no nos apetecen en absoluto y que, a la larga, hará que estemos de mal humor, insatisfechos o quisquillosos.
Ojo, que también es bueno ceder de vez en cuando, aunque no todo el tiempo y recibiendo a cambio la misma predisposición de nuestro compañero de viaje.
En los viajes hemos de tener muy presente que tal vez nunca volvamos a tener la oportunidad de visitar de nuevo ese país y hacer eso que tanto nos apetecía. Por ello hay que pensar bien qué estamos dispuestos a sacrificar porque a nuestro compañero de viaje no le guste o porque prefiera hacer algo en lo que nosotros no tenemos ningún interés.
Por tanto, estoy convencida que las mejores parejas de viaje son aquellas que, o bien se “sacrifican” equitativamente para que ambos hagan todo lo que les apetece o bien se dan libertad para separarse y juntarse todas las veces que sea necesario.
Un desconocido como compañero de viaje
La gran desventaja aquí es que no conocemos la personalidad real de la otra persona. Es decir, partimos de cero, y nos lanzamos a la aventura cruzando los dedos, algo que también tiene su magia y que puede darnos sorpresas muy positivas.
Sin embargo, mientras que a un compañero de viaje conocido (amigo, novio, etc.) lo podemos calar, a uno desconocido probablemente no. El compañero desconocido puede estar siendo demasiado positivo, demasiado simpático o parecer predispuesto a hacer con gusto todos nuestros planes y no podremos estar seguros de que así será hasta que estemos en el “campo de batalla”.
Por tanto, si planeas viajar con desconocidos yo te recomendaría que fueras totalmente transparente e incluso arrollador con tus preferencias, ideas y cosas que no soportas. La situación ideal es que la otra persona también lo haga, pero como decía no podrás comprobarlo fácilmente.
En cualquier caso, viajar con desconocidos no tiene porqué ser una catástrofe. Yo por experiencia propia puedo asegurarte que también puede ser una aventura inolvidable de la que no solo obtendrás un viaje fantástico sino también un amigo para toda la vida.