Fuera de las islas son muchos los que desconocen la existencia de la octava maravilla de Canarias.
Es la isla de La Graciosa, un lugar no apto para los amantes de la fiesta, el bullicio y las aglomeraciones; el paraíso para quienes buscan desconectar del mundo y disfrutar de la tranquilidad en un lugar genuino.
La Graciosa, un remanso de paz entre calles de arena

La isla de La Graciosa vista desde el Mirador del Río, en Lanzarote
Al noroeste de Lanzarote se encuentra la isla de La Graciosa, un lugar singular que Canarias ha conseguido preservar a lo largo de los años.
Con sus escasos 29 kilómetros cuadrados, La Graciosa ha permanecido durante muchos años en un segundo plano, siendo, a pesar de la gran afluencia de turistas que visitan Canarias, desconocida por muchos.
Sin embargo, los habitantes de Canarias la conocemos bien, y muchos somos los que, tras visitarla una primera vez, no podemos evitar volver cada cierto tiempo.
Y es que, la belleza natural de la isla de La Graciosa, así como el encanto del enclave en el que se encuentra, es inigualable.
Enfrentada a la isla de Lanzarote, las vistas del Risco de Famara que se pueden contemplar desde esta pequeña isla lo dejan a uno sumido en una especie de limbo en el que se mezclan el asombro y la calma transmitida por este increíble paraje.
El estrecho que separa Lanzarote y la isla de La Graciosa, conocido como El Río, es una zona rica en fauna marina, al igual que las aguas que rodean todo el Archipiélago Chinijo, del que también forman parte, además de La Graciosa, los islotes de Montaña Clara, Alegranza, Roque del Este y Roque del Oeste.

Risco de Famara visto de La Graciosa
Caleta de Sebo y Pedro Barba: los dos núcleos urbanos de la isla de La Graciosa
A su encanto natural se suma la singularidad de los dos únicos “núcleos urbanos” con los que cuenta la isla de La Graciosa.
La capital, Caleta de Sebo, es especial se mire por donde se mire; empezando por la completa ausencia de asfalto. Y es que, en esta isla, las calles son de arena.
Pequeñas casas blancas, con la altura justa, bordean las vías arenosas de Caleta de Sebo, donde reina la tranquilidad constante, sólo interrumpida por el arrullo del mar.
Una iglesia, un pequeño supermercado, la farmacia, una panadería, el clásico bar/restaurante El Veril y alguno más, son los pocos, pero suficientes, lugares que podemos encontrar en Caleta de Sebo.

Así de bien se está en el bar El Veril, en Caleta de Sebo
Pedro Barba es el otro asentamiento de la isla, ubicado en la parte oriental de la misma. A diferencia de Caleta de Sebo, donde sus habitantes viven de forma permanente, Pedro Barba es principalmente un lugar vacacional.
Sus habitantes, por lo tanto, van y vienen, generalmente de otros puntos de Canarias; por lo que prácticamente no cuenta con una población permanente y no ofrece alojamiento turístico alguno.
Las playas de La Graciosa
En la isla de La Graciosa es fácil encontrar un rincón exclusivo para uno mismo.
Solo hay que elegir el lugar concreto, echarse a andar (o a pedalear si la ruta permite el tránsito de bicicletas) y prepararse para disfrutar de la tranquilidad extrema.
Todas las playas de La Graciosa son bonitas, pero, ciertamente, unas son más sorprendentes que otras.
Probablemente la más llamativa es la de Montaña Amarilla (playa de La Cocina; imagen de la derecha), donde, tal y como su nombre indica, podemos disfrutar de una recóndita playa coronada por una montaña de color ocre que crea un escenario único.

En la zona norte se encuentra la Playa de las Conchas, un precioso enclave formado por arena rubia salpicada de cayaos (piedras lisas y redondeadas por acción del mar), un entorno desértico y un mar turquesa, desde donde, además, se puede divisar el islote de Montaña Clara.


Vista de la playa de Las Conchas. A la derecha, en el horizonte, Montaña Clara
Pero estas no son las únicas playas de la isla; también podemos disfrutar de muchas otras, cada una con su encanto particular: La Francesa, la del Salado, Lambra…
Cómo llegar a la isla de La Graciosa
Llegar hasta La Graciosa es bastante rápido y sencillo. Obviamente carece de aeropuerto, por lo que la única opción es la vía marítima desde la isla de Lanzarote.
Para ello es necesario dirigirse hasta Órzola, un pueblo pesquero situado al norte de Lanzarote, a unos 37 minutos en coche desde la capital (Arrecife).
Una vez allí es necesario tomar un barco en el puerto de Órzola, y en aproximadamente 25 minutos habremos llegado a Caleta de Sebo, en La Graciosa.
Existen dos líneas marítimas que realizan el recorrido Órzola – La Graciosa: Biosfera Express y Líneas Romero. Ambas funcionan estupendamente y cuestan exactamente lo mismo, 20 € los adultos y 11 € los niños (los precios son para el trayecto de ida y vuelta).


La principal diferencia entre las dos líneas son los horarios, lo cual en realidad es conveniente porque, como se alternan una y otra, el resultado es un servicio más completo a lo largo del día.
Los billetes se pueden comprar directamente en el Puerto de Órzola (que es lo que yo siempre he hecho) o a través de las webs de alguna de las dos líneas marítimas.
El billete de vuelta se puede comprar no solo en Órzola, sino también en la isla de La Graciosa; aunque si vas solo a pasar el día, mejor comprar el billete de ida y vuelta.
¡Y yo que todavía no he ido a las Canarias! Creo que no tengo perdón. ¡Qué playas! La de la Montaña Amarilla me ha fascinado, parece hasta de mentira. Me dan ganas de cogerme un vuelo ahora mismo y plantarme allí. Ay de mí.
¡Un post estupendo como siempre! Lo tendré en cuenta cuando cumpla este destino pendiente 😛
Ayayaiii pues ya sabes! jeje Canarias tiene muchos rincones chulísimos 😀 A mí también me encanta la de Montaña Amarilla, ¡es espectacular! Muchas gracias!!