Hostales del terror

Los hostales, ¿el alojamiento del terror?

Para todo hay una primera vez, pero, hasta que nos "estrenamos", somos capaces de montarnos unas películas mentales dignas de cualquier superproducción de Hollywood.

A veces gestionamos mal las expectativas, e idolatramos injustificadamente un lugar o una experiencia como consecuencia de nuestro deseo por vivirlo en primera persona.

Pero aún más frecuente es la situación inversa. Es decir, aquella en la que dejamos que los miedos y prejuicios se apoderen de nosotros y, en muchas ocasiones, nos impidan vivir una experiencia que casi con total seguridad será más enriquecedora que aterradora.

Aunque ambas situaciones se pueden dar en prácticamente todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, es algo muy frecuente en el mundo de los viajes. Al fin y al cabo, viajar nos lleva hasta lugares con culturas e idiomas totalmente diferentes, nos "obliga" a enfrentarnos a situaciones a las que no estamos acostumbrados, nos traslada a países en los que, según cuentan los medios exagerados, las catástrofes, enfermedades y desgracias varias están a la orden del día…

Vamos, que, a priori, los viajes son el caldo de cultivo perfecto para despertar los miedos y prejuicios.

Lo que no saben quiénes no viajan, es que los viajes también son la cura perfecta para esas y otras barreras mentales; la herramienta idónea para superar nuestros miedos, y, probablemente, el mejor camino para aprender y crecer como persona.

Afortunadamente muchos son los que no se dejan achantar por esas malas impresiones totalmente preconcebidas. Al contrario, se lanzan a comprobar por sí mismos cuánto hay de verdad en aquello que temen.

Unas veces lo hacen de forma voluntaria, y otras porque no les queda alternativa; pero lo importante es aprender la lección y disfrutar descubriendo que el mundo nos ofrece muchas más cosas buenas que malas.

Y eso fue precisamente lo que le pasó a nuestra amiga Jess, del blog Flea and Acrobat, una viajera que descubrió por sí misma que a veces tenemos ideas equivocadas y que, cuando las derribamos, se abre un mundo de posibilidades a nuestros pies.

Hoy nos cuenta su experiencia con todo detalle, y, como no quiero hacer spoiler, yo ya me callo; solo te animo a que no te lo pierdas.

Los hostales, ¿el alojamiento del terror?
By Jess | Flea and Acrobat

Hasta hace poco menos de un año nunca había probado la experiencia de alojarme en un hostal.

Me daba reparo lo que podía encontrar (o lo que yo imaginaba encontrar): gente desconocida en paños menores por los pasillos, largas colas para ir al lavabo, dormitorios comunales y sucios y conversaciones de extraños peligrosos ofreciéndote sexo y drogas.

¡Ay, tal vez exageré! Pero ingenua de mí, tengo que decir que no me veía del todo en un hostal, yo, que me conformaba nada más y nada menos que con un hotel de dos estrellas con baño privado.

La cuestión es que el año pasado hice un viaje con una amiga a Lisboa y, como no teníamos un duro, buscamos las opciones más baratas, entre las cuales pasaba sin ninguna duda los hostales de los mochileros.

Encontramos una habitación privada para las dos, con baño compartido. Así que billetes en mano, cogimos el avión y nos plantamos en Lisboa con maleta de ruedas (ella) y mochila (yo) incluidas. Pronto encontramos el edificio, que no se diferenciaba en nada del resto de edificios colindantes. Puntos a favor: estaba en plena avenida principal.

Hostales del terror

Para colmo, yo veo muchas películas, ¿sabéis?

Nos atendió una chica muy joven y muy extrovertida, y, para nuestra sorpresa, durante los cuatro días siguientes nos atendieron cuatro recepcionistas diferentes. ¿¡Pero qué!? No sé si eran backpackers que pagaban su alojamiento a cambio de unas horas de trabajo (lo que me parece muy guay) o si tú mismo podías entrar a recepción y echar un rato. Quién sabe…

Hostales Lisboa

Más puntos a favor: casas de colores

En fin, la chica se sacó una llave y nos enseñó nuestro hogar temporal: una habitación muy pequeña, con una litera, una mesita, una estantería y... dos puertas, una de ellas detrás de la estantería. La puerta por la que habíamos entrado y otra puerta misteriosa, que daba a la mismísima recepción. ¿El motivo? Desconocido.

Bromeamos diciendo que a lo mejor entraban por la noche a mirar si estábamos ahí y cosas así. ¿No me creéis, verdad? Al loro:

Habitación hostal lisboa

Este era el panorama

Para terminar de rematar la jugada, en este hostel nos entraba el desayuno, incluso el del primer día. Viendo el lujo de las habitaciones, nos temíamos lo peor.

Subimos un par de pisos hasta la cocina, que estaba en el ático... (?) Nos encontramos una sala muy mona, con un par de mesas, sillas, una nevera, una estantería llena de alimentos; y hasta una zona apartada con un sofá y ventanas.

Todo estaba etiquetado con el nombre de su dueño. ¡Había hasta tuppers!

En la mesa del fondo encontramos bolsas de papel marrones con nuestro nombre y hasta los buenos días. Todo un detalle que repitieron todos los días y que no he vuelto a vivir en ningún otro alojamiento, ni en esos de muchas estrellitas.

Desayuno hostales

¿No es adorable?

Después comprobé el lavabo, al fondo del pasillo.

Nadie intentó asesinarme, ni me encontré con gente extraña. El baño estaba limpio y no hicimos largas colas nunca.

Superado el choque inicial, pasaron los días y este pequeño sitio se convirtió en una experiencia muy positiva para mí.

Aunque intentemos evitarlo, siempre tenemos prejuicios y pensamientos prefabricados sobre cosas que jamás hemos vivido. ¿Que había cosas que podrían estar mejor? Claro: se oía mucho el ruido de la calle, y la habitación era diminuta. Pero también había mucha luz, y nos hicieron sentir como en casa.

Y, lo más importante de todo: rompieron todos mis esquemas sobre los hostales.

Nos da miedo salir de la zona de confort, y la mayoría de veces lo que hay fuera va a ayudarnos a cambiar y evolucionar.

Esa fue mi primera experiencia en un hostal, y lo cierto es que estoy deseando repetir. ¿Y vosotros, qué clase de vivencias habéis tenido en ellos? ¿Cómo fue vuestra primera vez? ¿Os gusta, o preferís los hoteles convencionales?

Si te gusta, ¡comparte!

6 comentarios en “Los hostales, ¿el alojamiento del terror?”

  1. ¡Me encanta! Tanto tu introducción como el relato.

    Nosotros desde que viajamos en familia tenemos mucho ojo con los alojamientos y sobre todo las zonas en las que nos metemos. Este año hemos ido a un hostel en Portugal que ya quisieran muchos hoteles.

    Muchas veces vamos con ideas preconcebidas y nos sorprendemos.

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    • ¡Hola María José! Qué bien que te haya gustado 😀 Claro, me imagino. Y sí, tienes toda la razón, en muchas ocasiones las apariencias engañan (para bien o para mal! jeje).

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  2. No te lo he dicho por aquí pero, de nuevo, ¡un placer colaborar contigo! Cómo cambié de pensar tras esa vez, sí…

    Me gusta mucho tu introducción 🙂 Es muy cierto lo del caldo de cultivo que nosotros mismos creamos y que solo se soluciona viajando, pues es lo que nos hace una mente más abierta.

    ¡Un abrazo Zeneida!

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  3. ¡Visto así, no parece una experiencia tan negativa! ¡Lo del desayuno con el nombre es un gran detalle! ¡La verdad es que prefiero estos sitios tan sencillos que intentan tener buen trato con los clientes a sitios que por ser tan exclusivos te traten mal!

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    • ¡Claro! En realidad los hostales están genial; lo que tu dices, más familiares, y también más económicos. Además, son un sitio perfecto para conocer a otros viajeros :D.

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