la casa de Ana Frank

La Casa de Ana Frank – Viajar a Ámsterdam

Dijo Primo Levi: “Una sola Ana Frank nos conmueve más que las innumerables personas que sufrieron igual que ella, pero cuyas imágenes permanecen en la sombra. Y así quizá haya de ser: si pudiésemos compartir los sufrimientos de todos, no podríamos seguir viviendo.”

​Lugares que marcan a los viajeros

A menudo, cuando pensamos en vacaciones, viajes o escapadas nos visualizamos asombrándonos y disfrutando con alegría de aquellos nuevos lugares que descubrimos.

Sin embargo, en muchos destinos existen enclaves que nos crean un nudo en el estómago, nos ocasionan sentimientos encontrados o, incluso, nos dejan tristes y reflexivos durante largo rato (o para siempre).

Aunque a nadie le gusta sentirse triste o devastado, creo que esos enclaves nos ofrecen lecciones que no podremos aprender en ningún otro lado y de ninguna otra forma. Nos ayudan a combatir la estrechez de mente, a conocer la historia y, quizá, a evitar que se repita.

Por eso, la Casa de Ana Frank es una visita que, sin duda, te recomendaría incluir en tus planes si vas a viajar a Ámsterdam.

Visitando la casa de Ana Frank – Impresiones, sentimientos y recuerdos

Desde chiquitita he sido una devoradora de libros y, aquellos que me impactan, se me quedan grabados con todo detalle en la memoria durante muchos años.

Leí El diario de Ana Frank de niña, pero no recuerdo exactamente a qué edad. Desde entonces no he vuelto a leerlo.

A pesar de ello, si me concentro soy capaz de recordar bastantes detalles, pero, sin duda, no hubo mejor manera de revivir esa lectura que visitar el que fuera el último hogar de su protagonista.

Viajaba con mi amiga Adri, con la que hice un fantástico interrail en el que nuestro último destino era precisamente Ámsterdam. Llegamos a la casa de Ana Frank y había una enorme cola en la puerta.

Recuerdo que dudamos si merecería la pena esperar o no, más que nada porque no teníamos muchos días para visitar la ciudad, que ofrece miles de lugares fantásticos para conocer.

Finalmente, y afortunadamente, decidimos que no queríamos sacrificar esta visita, así que esperamos la cola (bastante menos tiempo del que creíamos que sería) y nos dispusimos a conocer la casa que sirvió de refugio para Ana y su familia.

El edificio consta de dos partes: la delantera, donde se encontraban las instalaciones de la empresa del padre de Ana, Otto Frank; y la casa trasera, donde permaneció escondida durante más de dos años Ana Frank, su familia y unos amigos de éstos.

Desde el inicio la visita resulta muy interesante, pero, desde luego, el momento cumbre no puede ser otro más que cuando te encuentras frente a una estantería llena de archivadores que, en realidad, es una puerta giratoria que camufla la entrada a la casa trasera. Esa en la que cohabitaron personas inocentes que sin una razón coherente fueron perseguidas, capturadas, torturadas y asesinadas directa o indirectamente.

Yo no sé si es que soy demasiado sensible, pero atravesar esa puerta me causó un mar de sensaciones; al igual que ver con mis propios ojos las reducidas habitaciones donde Ana Frank y todos los demás tuvieron convivir durante mucho tiempo para, finalmente, verse envueltos en la peor de las barbaries.

Mientras miraba y recorría el lugar no podía evitar rememorar lo que un día leí en su conocido diario, que recoge perfectamente los detalles de cada rincón de ese refugio.

La etapa final del recorrido no es menos dura, de hecho, puede que sea la más triste de todas. Esta parte del museo en que se ha convertido la casa de Ana Frank recoge sus manuscritos, así como testimonios de muchos otros afectados por el holocausto. Textos, vídeos, audios, objetos…una gran cantidad y variedad de elementos que consiguen trasladarnos al pasado más oscuro.

He de confesar que en algún momento lloré, pero no me arrepiento de haber hecho esta visita. De hecho, espero repetirla en un futuro, habiéndome releído El diario de Ana Frank.

Sé que Ámsterdam está plagada de museos interesantísimos, pero de verdad te recomiendo que guardes un huequito para visitar este en particular.

Por supuesto, si nunca te has leído El diario de Ana Frank o no recuerdas los detalles de cuando lo hiciste, también te recomiendo que lo leas antes de visitar la casa. Creo que eso te permitirá disfrutar mucho más de la visita y te ayudará a sentir lo que ellos sintieron, algo triste, pero una lección valiosa.


Algunos datos prácticos sobre la Casa de Ana Frank

Ubicación: En el centro de Ámsterdam, en Prinsengracht 263-267.

Cómo llegar: Desde la estación central de trenes se puede llegar a pie, pues está a tan solo 20 minutos de dicha estación. En transporte público se puede llegar a la parada más cercana, Westermarkt, con las líneas 13, 14 o 17 de tranvía o 170, 172 y 174 de autobús.

Horario de apertura: La Casa de Ana Frank abre todos los días exceptuando el Día de la expiación, que este año 2017 es el 30 de septiembre.

De noviembre a marzo el horario de apertura es de 9:00 a 19:00 (los sábados permanece abierto hasta las 21:00); y de abril a octubre de 9:00 a 22:00.

En cualquier caso, te recomiendo que compruebes los horarios aquí, puesto que hay días concretos a lo largo del año en el que el horario varía ligeramente.

Importante: Actualmente entre las 9 y las 15:30 solo pueden acceder al museo las personas que hayan comprado sus entradas con antelación a través de la web del mismo. Aquellos que quieran comprar las entradas in situ podrán realizar su visita a partir de las 15:30 hasta el cierre.

Precio: Nada caro para lo enriquecedora que es la visita. Los adultos pagan 9€ y los niños de entre 10 y 17 años la mitad. Los peques de hasta 9 años entran gratuitamente. La compra online de entradas tiene un suplemento de 0.50, aunque tendrás la ventaja de no tener que hacer cola.

Recomendación final: el museo no es muy grande, pero como he comentado hay infinidad de elementos que merece la pena ver, leer, escuchar u observar con calma. Por eso te recomiendo que a la hora de planificar tu visita te des suficiente tiempo para hacerlo con calma.

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4 comentarios en “La Casa de Ana Frank – Viajar a Ámsterdam”

  1. Gran post!! Te felicito, es un gran trabajo.
    La verdad que a pesar de ser una visita más que recomendada para concienciarnos y no permitir que tales sucesos se repitan, es un poco desagradable, por todo el contenido histórico.
    En nuestro caso conocimos la historia gracias a un tour por el jordaan en el que nos resulto muy interesante todo lo vivido por esta familia, así que decidimos escaparnos al día siguiente y subir hasta el mismo lugar donde ella escribió su famoso libro. Fue aquí y tras conocer toda la historia en el tour donde se nos puso mal cuerpo al imaginárnoslo. Pero repito, a pesar del trago amargo es algo que considero obligatoria de visitar.
    Gracias por tu entrada!!
    Saludos.

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    • ¡Hola Juanra! Muchísimas gracias 😀 Desde luego, es una visita agridulce pero necesaria, ¿verdad? Gracias a tí por pasarte por aquí y compartir tu experiencia. ¡Un abrazo!

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    • Hola Cília!! ¡Qué bien! Pues estoy segura de que te va a encantar. A mí me pareció un museo muy especial, un poco triste pero en el que se aprende mucho. ¡Claro! Si tienes oportunidad de releerlo estaría genial porque creo que así la visita se vive de forma más intensa todavía. Espero que lo disfrutes mucho! Un abrazo y muchas gracias por tu comentario 🙂

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