viajar en primera clase asiento

Viajar en primera clase en un vuelo transoceánico: una experiencia irrepetible

Sí amigo, hoy voy a contarte una experiencia que bien podríamos titular como "Aprovecha gaviota que no te verás en otra"; porque difícilmente se volverá a repetir.

Pidiéndote disculpas de antemano, te voy a poner los dientes largos contándote cómo fue eso de viajar en primera clase en un vuelo de larga distancia, concretamente de Alemania a Estados Unidos.

Creo que, aunque estuviese colmada de pasta, que no es el caso, yo no me gastaría de mi bolsillo el dineral que valen estos pasajes de avión, pero he de confesar que me lo gocé y que, si me volviera a llover del cielo una oportunidad así, la aceptaría con esa sonrisa pícara del que ya conoce lo bueno.

¿Listo para descubrir como viajan los más pudientes mientras nosotros "disfrutamos" del roce brazo-con-brazo con el pasajero de al lado y rodilla-respaldo con el asiento de delante? ¡Vamos a ello!

Viajar en primera clase en un vuelo transoceánico: otro nivel de viajes

Mientras trabajaba en Alemania para obtener mi doctorado, viajé infinidad de veces por motivos de trabajo. Siempre viajaba en clase turista e intentando economizar los gastos, tal y como hago en mis viajes personales.

Sin embargo, hubo una ocasión en la que tuve la suerte de experimentar lo que es viajar en primera clase en un vuelo transoceánico con una excelente compañía aérea como Delta Air Lines.

Cabe destacar que poco tienen que ver las comodidades de la primera clase de un vuelo nacional o internacional de corto recorrido con las de un vuelo transoceánico. Además, esas comodidades también varían notablemente de una compañía aérea a otra.

Mi destino era Indianápolis, a donde viajaba para transmitir los conocimientos sobre una técnica que utilizábamos en mi laboratorio.

La empresa que me había invitado se encargó de reservar los vuelos y el hotel, y no escatimó en gastos. Así me regaló mi primera, y probablemente última, experiencia de viajar como nunca antes lo había hecho, a cuerpo de rey.

El viaje: las ventajas de la primera clase

Como no podía ser de otra forma, tenía embarque preferente. Algo que siempre resulta agradable porque te evitas hacer grandes colas o pelear por un huequecito para tu maleta.

Sabía que iba a viajar en primera clase, pero, sinceramente, no me esperaba lo que encontré.

Al llegar al avión me indicaron hacia dónde tenía que dirigirme, la parte delantera. Allí había espacio por todas partes, nada que ver con los diminutos pasillos de la clase turista que nos encontramos en la mayoría de los vuelos.

viajar en primera clase asiento

Cuando vi el asiento los ojos me hicieron chiribitas. Se podría decir que era mejor que el sofá de mi casa en aquel momento…Y lo mismo se podría decir de todas las cosas que en él había: una almohada enorme; nada de mantitas cutres que difícilmente te cubren todo el cuerpo, sino un edredón en toda regla; un neceser que incluía hasta unos calcetines sin gomilla para viajar cómodo…en fin, un lujo en toda regla.

Tan pronto como me acoplé en mi maravilloso rincón, se acercó una azafata para ofrecerme una copa de champán… ¿hola? Yo acostumbrada a las loterías de Ryanair, estaba en el cielo.

A mi alrededor casi todos tenían pinta de grandes ejecutivos. En su mayoría eran hombres, pero alguna que otra fémina también había. Yo, que muchas veces me dicen que aparento menos edad de la que tengo, creo que parecía la hija de algún pudiente. Pero no, también volaba por temas de trabajo y, en cualquier caso, estaba dispuesta a disfrutar de ello.

botones asiento primera clase

La primera media hora, mientras que seguían embarcando pasajeros, creo que la dediqué a entender los muchos botones que tenía aquel asiento.

Si alguien me observaba seguramente notó que era una novata, y tal vez parecía hasta un poco cateta, porque ese sillón tenía más posiciones que el Kamasutra: ahora reclino el respaldo, ahora levanto las piernas, ahora me tumbo del todo, ahora me siento con las piernas estiradas…un show.

Con mi sillón ya dominado solo me quedaba relajarme y disfrutar del viaje…si tenía tiempo, claro, porque aquello era un trasiego de comida, prensa, bebidas…un no parar.

La comida estaba toda riquísima y la presentación era digna de un restaurante en tierra firme. Nada de aparatosas cajas y comida compactada. Además, era elección a la carta, así que es difícil no terminar contento.

salmon viajar en primera clase

Un poquito de salmón por aquí...

menu comida primera clase

...un filete por allá...

viajar en primera clase menú
postre primera clase

Aquí nadie se queda con hambre

Y aún falta la cena, los snacks...

viajar en primera clase
viajar en primera
viajar en primera clase comidas

Lo mismo con la oferta de entretenimiento, pelis, series, música y documentales de todo tipo que hacen que aburrirse sea imposible.

Y todo eso es lo que yo vi, seguramente algo se me escapó cuando estaba en el séptimo cielo, porque con el sillón completamente estirado y ese edredón y esa cómoda almohada era imposible no quedarse sobado un buen rato.

¿Y cuánto cuesta todo este lujerío?¿Merece la pena?

Pues, en este caso, el lujo sale muy caro, o al menos a mí me lo parece. Este viaje costaba más de 6000 dólares, aunque tanto en el trayecto de ida como en el de vuelta contaba con una escala, por lo que el precio incluye 4 viajes en avión (sólo los internacionales eran en primera clase).

¿Que si merece la pena? Pues supongo que depende tanto del poder adquisitivo como de las preferencias personales de cada uno. Desde luego el trato y los servicios al viajar en primera clase con Delta Airlines son espectaculares y, como ya dije, yo lo disfruté. Es una tontería negar que ha sido el viaje en avión más cómodo que he hecho en mi vida, y he hecho muchos.

Ahora bien, yo haría tantísimas cosas con esa cantidad de dinero...De hecho, con eso, o poco más, si se consigue viajar barato, puedes dar la vuelta al mundo.

Así que, en definitiva, creo que el hecho de que merezca o no la pena depende de la persona. A mí, si lo tuviese que pagar de mi bolsillo, no me compensa. Prefiero tomarme ese champán, o una sidra que es más barata y también está buena, en tierra firme y recibir menos atenciones durante el vuelo, para luego emplear el dinero en otras cosas que me resultan más enriquecedoras.

Y a ti, ¿te merecería la pena?

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4 comentarios en “Viajar en primera clase en un vuelo transoceánico: una experiencia irrepetible”

  1. ¡Hola María!

    Pues hombre, yo desde el punto de vista de alguien que no ha probado la primera clase en su vida, creo sinceramente que no merece la pena. Es verdad que en un vuelo el tiempo se hace eterno, pero cuando lo piensas, la broma de tener algo más de comida, algún brebaje alcohólico y un extra de comodidad sale carísima. A veces la diferencia sale por cientos de euros por unas cuantas horas. ¡La panzá de comer o de masajes que te puedes dar por ese dinero cundo llegues para recuperarte!

    Quizás si alguna vez me tocara viajar en primera cambiara de opinión, pero de momento creo ni aún teniendo mucho dinero compensa. A veces lo pienso incluso al revés: «¿Me ofrecería a estar incómodo unas horas con un sandwich miserable de plástico por 500€?». Y voilà, me encuentro con que lo haría de cabeza B-)

    En fin, es interesante ver cómo lo ven los demás, es un tema curioso.

    ¡Un saludo!

    Jabi

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  2. Wow! pero la verdad no es mi prioridad ni por casualidad, aunque tuviera el dinero, como tu dices, me voy a más lugares sin dudarlo!

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  3. ¡Una sidra, claro que sí! 😉 La verdad que es todo una experiencia y tampoco diría que no si me lo regalasen, pero estoy de acuerdo contigo que personalmente preferiría guardarme el pastizal y emplearlo en el lugar de destino.

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