Como seguramente ya sabes, hoy, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer, antaño llamado Día de la Mujer Trabajadora.
Grosso modo, este día conmemora la lucha de la mujer por conseguir una participación activa en la sociedad, así como la igualdad con el hombre en todos los aspectos sociales.
Tal y como ocurre en muchos otros ámbitos, en el mundo de los viajes las mujeres también encontramos cierta desigualdad y discriminación, sobre todo en lo referente a cómo ven y asimilan aquellos que nos rodean eso de que nos dediquemos a viajar por ahí sin darle explicaciones a nadie y/o sin compañía masculina.
Por ello, hoy, en el día internacional de la mujer, he querido recopilar algunas de las preguntas y comentarios incómodos y poco acertados que estoy segura que la gran mayoría de las mujeres viajeras han tenido que soportar en alguna ocasión, y que muchos y muchas probablemente hemos pronunciado alguna que otra vez sin pensar bien en el trasfondo de lo que decimos.
Micromachismos viajeros
con los que lidiamos las mujeres viajeras

¿Tú sola? ¡¿Estás loca?! - El refuerzo de la vulnerabilidad e indefensión de la mujer
Seguro que la práctica totalidad de mujeres viajeras que se hayan lanzado a la aventura en solitario habrán escuchado este comentario, un must say de las madres, abuelas y amigas temerosas.
Dejando de lado que, por norma general, la gente que cree que viajar es algo bastante peligroso, ha viajado nada o muy poco, no termino de entender esa imagen perenne de la mujer como ser débil, indefenso o que necesita protección; imagen que suele magnificarse cuando nos salimos de lo rutinario y lo habitual.
Viajar sola, ¡a quién se le ocurre! ¡menuda locura!
Si mi madre lee esto (¡hola mamá! ;)) pensaría… “Encima que se lo digo porque me preocupo, por su bien…”; y no le falta razón, estoy segura de que tanto ella como todas las otras madres (o padre, o amiga, o tía o lo que sea) de las mujeres viajeras del mundo lo dicen por preocupación y con buena voluntad.
Sin embargo, creo que esa concepción (para algunos convicción) de que una mujer que anda sola recorriendo el mundo está en peligro inminente e inevitable solo ayuda a reforzar esa imagen débil y vulnerable de nosotras, algo que, irónicamente, sí contribuye a ponernos en el punto de mira de locos, violadores y gente chunga en general.
Locos, violadores y gente chunga que probablemente podrían hacerle el mismo daño a un hombre que una mujer, pero mientras que la última tiene “fama” de ser vulnerable, el primero se concibe como “una presa más complicada, más fuerte”.
No sé si me explico. Es como si un ladrón tiene que elegir entre robar un comercio con cámaras de vigilancia de pega (que realmente no funcionan) y otro sin cámaras. Obviamente se decantaría por el segundo, porque, en apariencia, es más fácil de atracar, más vulnerable. Pero, lo cierto es que ambos comercios están igual de desamparados.
Lo mismo ocurre en el caso de la vulnerabilidad de las mujeres que viajan en solitario versus los hombres que viajan solos. En realidad ambos sexos son vulnerables, pero la percepción general nos hace creer que no, lo cual nos convierte en un objetivo "más apetecible" para aquellas personas que tienen malas intenciones.
Por tanto, sería conveniente erradicar de una vez por todas el ¡¿tu solaaa?! y empezar a redibujar la percepción que la sociedad general tiene de la mujer, en este caso, viajera.
Oye, pero que a los chicos que viajan solos sus madres seguro que también les dan la tabarra
Sí, puede ser, pero, además de que en el caso de muchas mujeres parece ser algo perpetuo (no importa si has viajado 500 veces sola, la pregunta asombrada de ¡¿tú sola?! siempre aparece en alguna boca), en muchas ocasiones “sola” en realidad significa, voluntaria o involuntariamente, “sin la compañía de ningún hombre”.
Esta concepción, que está más arraigada de lo que parece, levantó ampollas, por ejemplo, en el caso de las dos chicas argentinas asesinadas en Ecuador en 2016, con quienes, a pesar de ser dos y viajar juntas, gran parte de la sociedad se compadeció y gran parte las responsabilizó en cierta medida de lo ocurrido, por “viajar solas”.
Resulta curioso que la tercera acepción del DRAE para el término “solo/la” dice: “Dicho de una persona: sin compañía”; mientras que la cuarta acepción expone: “Que no tiene quien le ampare, socorra o consuele en sus necesidades y aflicciones”.
Puesto que esas dos mujeres viajaban juntas, parece que el quid de la cuestión está en la segunda acepción mencionada; al no ir acompañadas por una figura masculina, estaban tan desamparadas como si hubiesen ido sin compañía alguna, lo que viene siendo solas de verdad.
O interpretándolo de otra forma, la compañía de otra mujer al parecer no ofrece amparo o socorro, lo que encaja con la ya comentada visión de persona débil e indefensa.
En su momento se levantó una polémica notable respecto a esta historia y se creó un movimiento bastante pronunciado en las redes sociales con el hashtag #ViajoSola. Como ves, el mundo de los viajes no está exento de machismo y, aunque triste, la historia de estas jóvenes argentinas es un ejemplo de ello que creo que merecía la pena recordar en el día internacional de la mujer.
¿Y tu novio/marido?
Tanto si se viaja sola como si se viaja con alguna otra chica, cuando se tiene pareja también es difícil librarse de las preguntas y la solicitud indirecta de explicaciones sobre “por qué ÉL no va contigo”.
Siempre hay alguien que se sorprende de que “te dejes” el novio o el marido atrás. Los conspiranoicos pensarán que el propósito real de tu viaje tiene que ser algo oscuro del tipo “echarte una canita al aire”; por su parte, los dramáticos se auto-convencerán de que algo no va bien en esa relación.
Los cromañones y "cromañonas" pueden incluso dar un paso más y preguntar directamente si a tu novio/marido le parece bien que viajes sola o, lo que es peor, "¿cómo es que te deja viajar sola?". Aquí, en esa sorpresa de "que te haya dado permiso", obviamente hay un tufillo de lo más retrógrado; ese relacionado con la pertenencia o la posesión, en este caso, de una mujer a su pareja.
Alarma máxima de infidelidad: mujeres que viajan con amigos
Si en lugar de viajar sola o “solo con otras chicas” viajas con un amigo y tienes pareja… los comentarios y bromitas estúpidas proliferan como setas.
La verdad que me gustaría saber si el género masculino en esta clase de situaciones también recibe esas bromas o comentarios tipo “a ver cómo te portas” “cuidado con lo que haces”; o, lo que es peor, también siguiendo el patrón cromañón, cuando se lo dicen a tu pareja como si no estuvieras delante “¿en serio la vas a dejar irse sola (con ese tío)?”.
Puede que sean comentarios en tono de broma, pero, en mi opinión, creo que claramente esconden un ejemplo de desigualdad y machismo respecto a las libertades de la mujer.
Y los micromachismos viajeros se vienen con nosotras en la mochila
Sí, porque estos comentarios y preguntas no se limitan a las etapas previas al viaje, a nuestro entorno familiar y a nuestros amigos, en nuestro país; sino que en muchas ocasiones parecen venirse con nosotras allá a donde vayamos.
De hecho, en algunos países una mujer viajando sola todavía causa mucha expectación y es muy frecuente que te pregunten cómo y porqué haces semejante cosa. Tampoco es raro que, dada la diferencia cultural con algunos destinos, se echen las manos a la cabeza tanto si dices que tienes pareja, pero no se ha ido contigo, como si tienes “cierta edad” (más de 25) y dices que no tienes pareja o que no estás casada.
En este día internacional de la mujer, enfocado hacia el mundo de los viajes, también cabe destacar que, además de las preguntas y asombros incómodos e innecesarios, existe una llamativa discriminación positiva hacia el género femenino, sobre todo cuando viajan sin compañía.
Así, creo que las mujeres que viajan solas reciben más gestos de protección y ayuda por parte de la gente local del país visitado que cuando el que viaja en solitario es un hombre.
En relación a esto, me ha venido a la cabeza una historia que ocurrió a principios de año y que, si bien a priori no parece que haya nada que destacar, en realidad esconde esa solidaridad y consideración para con el "género débil", una discriminación positiva.
Lo que pasó es que, en un hostal de Madrid, donde dormía en una habitación mixta, un chico al que parece que se le fue la mano empinando la botella se meo en medio de la habitación. Si, tal cual; se sacó la churra y, sin saber ni donde estaba, meó en el suelo.
Lógicamente cuando me enteré (se había meado antes de que llegara y me lo dijo otro muchacho para que llevara cuidado, pues yo dormía en la cama inferior de la litera, próxima a la gran meada), avisé al chico que estaba en recepción, que por cierto era muy simpático y amable.
El pobre chico subió y fregona en mano limpió la guarrería, y en su indignación nos contaba a los que estábamos despiertos (el meón estaba KO en su cama) que probablemente al día siguiente lo echarían del hostal, porque, “claro, esto no puede ser, es una cochinada; pero es que encima, hay chicas en la habitación y eso no lo podemos permitir, es una falta de respeto” – dijo señalando a una “indefensa” joven extranjera que dormía frente a mi cama y miraba cómo fregaba el suelo.
Sé que lo dijo con buena voluntad, pero, sinceramente, ¿qué tiene que ver? ¿qué más da que haya chicas o no? La hediondez de mearse en medio de una habitación es la misma y la falta de respeto la tuvo con todos los compañeros con los que la compartía, fueran hombres o mujeres.
En el día internacional de la mujer hemos de recordar que todo esto
nos hace un flaco favor en la lucha por la igualdad
En definitiva, creo que todos estos pequeños gestos y comentarios, que parecen inofensivos y en algunos casos hasta ventajosos para nosotras, en realidad nos hacen un flaco favor a todas las mujeres.
De nuevo, contribuyen a crear una imagen de nosotras que no se corresponde con la realidad, nos ponen en el punto de mira ante riesgos que en realidad son iguales para cualquier persona independientemente de su sexo, nos ocasionan momentos incómodos y, lo que es peor, pueden generarle grandes miedos e inseguridades a aquellas mujeres que quieren dar el paso de viajar solas y son más susceptibles o están más indecisas.
No estamos locas si viajamos solas; si viajamos con otra mujer, lo hacemos en compañía; no necesitamos un acompañante masculino para estar más protegidas; no necesitamos discriminación positiva; no somos más vulnerables, ni más valientes ni tampoco más atrevidas. Simplemente somos iguales, somos personas viajeras que sabemos cuidar de nosotras mismas.
Y tú, ¿qué opinas? ¿también ves estos comentarios como algo pernicioso y como una evidencia de que aún no hemos alcanzado la igualdad total?
¿Viajas sola? ¿Has tenido que escuchar algunos de estas cosas antes o durante algún viaje?
¡Estoy deseando leerte en los comentarios!