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Tumbas más famosas y curiosas del Cementerio de Colón

La Necrópolis de Cristóbal Colón o Cementerio de Colón es un cementerio monumental de La Habana declarado Monumento Nacional en el año 1987.

En él han sido enterradas muchas personalidades de la historia de Cuba y figuras ilustres internacionalmente conocidas de la música, la literatura y el deporte del país, entre otros.

Pero si algo abunda en este cementerio de La Habana, uno de los más grandes de toda América, son las tumbas curiosas, tanto por su diseño como por la historia que llevan asociada.

Algunas son historias reales bien documentadas, otras se fundamentan en la realidad pero con el paso de los años se han ido aderezando hasta convertirse en mitos y leyendas.

Si te pica la curiosidad y/o si planeas visitar esta necrópolis, no dejes de seguir leyendo porque estoy segura de que más de una de estas tumbas te sorprenderá.

La tumba más famosa del Cementerio de Colón: La Milagrosa

Sin duda, la tumba más visitada por turistas y locales en la Necrópolis de Cristóbal Colón es la de Amelia Goyri de la Hoz, más conocida como La Milagrosa.

Tal y como su apodo te estará haciendo pensar, muchas de las personas que acuden a esta tumba lo hacen buscando la ayuda de Amelia, para pedirle que les conceda un milagro.

También para darle las gracias una vez concedido, tal y como se puede ver en las numerosas placas de agradecimiento que muchas personas han depositado sobre y a los pies de su tumba.

Pero, ¿quién era Amelia Goyri y porqué la gente le pide precisamente a ella un milagro?

La historia de Amelia Goyri de la Hoz está vinculada con el amor y la desgracia. Ella estaba muy enamorada de José Vicente Adot, y él de ella, por lo que se casaron y pronto engendraron un bebé.

Por desgracia, Amelia y su hija murieron durante el parto el día 3 de mayo de 1901. 

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Amelia, que tan solo tenía 23 años, fue enterrada en el Cementerio Colón junto a su hija, a la que ubicaron a los pies de su madre.

Su marido quedó devastado y casi perdió la cabeza, una desolación que, según cuenta la historia, lo empujaba a visitar la tumba hasta tres veces al día.

En sus visitas, el marido de Amelia golpeaba el mármol con una de las argollas de metal que había en la tumba con la esperanza de despertar a su mujer.

Además, cuando José Vicente se marchaba lo hacía despacio y sin darle la espalda en ningún momento

El pobre hombre mantuvo ese ritual durante 40 años, hasta que murió.

Pero lo que convertiría a Amelia en La Milagrosa no fue esa historia de amor y tristeza, sino algo que ocurrió trece años después de su muerte.

El suegro de Amelia, Eduardo Adot y López, falleció y decidieron enterrarlo en la misma bóveda.

Entonces, al abrir la tumba, los exhumadores se encontraron que los cuerpos estaban intactos y que el bebé, que había sido enterrado a los pies de su madre, estaba ahora entre los brazos de Amelia Goyri. 

A raíz de ese evento la bóveda se tapió y se conservó como estaba, mientras que la historia de La Milagrosa corrió como la pólvora, primero por la ciudad y luego por todo el país.

Desde entonces muchos cubanos y extranjeros acuden a la tumba de Amelia para pedirle milagros, sobre todo en relación con la maternidad.

Ya que la historia cuenta que la encontraron abrazando a su bebé, se la considera una protectora de futuras madres y niños.

Por ello, muchas personas, sobre todo mujeres, acuden a verla como último recurso cuando no consiguen quedarse embarazadas o para pedir protección y salud para sus hijos.

Aunque no es la original, la tumba de La Milagrosa sigue teniendo una argolla de metal, por lo que quienes acuden a pedirle un milagro repiten el ritual de José Vicente, el marido de Amelia.

Golpean la argolla para que La Milagrosa escuche sus peticiones y se marchan de espaldas, sin dejar de mirar la figura de Amelia con su hija en brazos.

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En la esquina inferior izquierda de esta foto puedes ver la argolla de metal

Muchas de esas personas regresan cuando Amelia les ha concedido su milagro y se lo agradecen con placas e inscripciones que abarrotan su tumba, a la que nunca le faltan flores y otros presentes.

Puesto que la muerte de Amelia y su hija coincidió con el Día de la Santísima Cruz de la religión cristiana, en su tumba podrás ver que ella aparece sujetando una enorme cruz, además de a su bebé en el otro brazo.

La tumba de La Milagrosa se encuentra en el Cuartel Nordeste Calle 1 e/ F y G del Cementerio de Colón.

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Placas de agradecimiento en la tumba de La Milagrosa

La tumba de Capablanca, campeón mundial de ajedrez

Si no eres aficionado al ajedrez quizás no sepas quien es José Raúl Capablanca, pero si eres ajedrecista estoy segura de que lo conocerás.

Capablanca nació en La Habana y fue campeón mundial de ajedrez entre 1921 y 1927.

Considerado como una de las figuras cubanas más importantes de principios del siglo XX, se le apodaba el Mozart del ajedrez por lo precoz y lo difícil de vencer que era.

Además de su relevancia en el mundo profesional del ajedrez, Capablanca era todo un ídolo nacional entre la sociedad cubana.

Y es que, como quizás ya sepas (o como comprobarás cuando visites Cuba), en esta isla caribeña hay auténtica pasión por el ajedrez

Bastará que te pasees fuera de las calles turísticas tradicionales para encontrar grupos de hombres sentados alrededor de un tablero de ajedrez.

Aunque José Raúl Capablanca falleció en Nueva York, mientras se encontraba en el Club de Ajedrez de Manhattan, sus restos descansan en el Cementerio Colón de La Habana.

La tumba de Capablanca se encuentra en la calle 8 e/ A y B del cementerio. Es fácil de distinguir, ya que está custodiada por una enorme pieza de ajedrez, concretamente una dama blanca.

El Mausoleo a los Bomberos muertos en la Ferretería Isasi

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En la avenida principal del cementerio se encuentra el Mausoleo a los Bomberos, el más alto de toda la Necrópolis de Cristóbal Colón.

Este mausoleo, inaugurado en 1897, es una de las construcciones más impresionantes que alberga el cementerio, además de una de las más conocidas.

Se trata de un conjunto escultórico dedicado a los bomberos fallecidos en acto de servicio en un trágico incendio en 1890, el de la Ferretería Isasi.

La magnitud del suceso y el número de muertos, más de una treintena y casi todos bomberos, tuvo un fuerte impacto en la sociedad habanera de la época.

También el origen del incidente, ya que todo apuntaba a que se trató de un incendio intencionado, provocado por el mismo propietario con el fin de cobrar las pólizas de su seguro.

Por si fuera poco, los bomberos entraron «a ciegas», sin tener un verdadero conocimiento de lo que se iban a encontrar en dicho incendio.

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Y es que el dueño de la ferretería, supuestamente para evadir impuestos, no había notificado que almacenaba material explosivo e inflamable, por lo que el incendio resultó ser una trampa mortal.

Como homenaje directo e inequívoco a los bomberos fallecidos en este incendio todos sus rostros fueron esculpidos en el mausoleo. Todos a excepción de uno, del que no había fotos en las que basarse para realizar el retrato.

Para que ese bombero desconocido no cayera en el olvido, el escultor español Agustín Querol, autor de esta obra del Cementerio de Colón, decidió «prestarle» su propio rostro, por lo que esculpió su autorretrato en el lugar que le correspondía a dicho bombero.

Además de ese detalle, en este monumento funerario hay muchos otros elementos cargados de simbolismo; elementos que nos hablan del suceso y que reflejan impacto que este tuvo en la sociedad. Algunos de ellos son:

  • La estatua central del Ángel de la Fe, que señala al cielo con la mano izquierda y el dedo índice extendido, mientras con la otra mano sostiene el cuerpo sin vida de un bombero; tiene los ojos vendados simbolizando que no se hizo justicia en este incidente.
  • Las cadenas de hierro presentan lágrimas colgantes como símbolo del sufrimiento que causó el suceso a toda la sociedad habanera.
  • Los murciélagos con alas extendidas, que simbolizan la muerte por alevosía.
  • Los rostros de los bomberos aparecen rodeados por hojas de palma como símbolo de inmortalidad.
  • En cada una de las esquinas del mausoleo hay una escultura femenina. Representan la Abnegación, el Heroísmo, el Dolor y el Martirio.
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Cadena con lágrimas colgantes en el Mausoleo de los Bomberos

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Detalle de un murciélago con las alas extendidas en el mausoleo

En definitiva, en el Mausoleo de los Bomberos hay numerosos detalles que hablan del dolor y la huella que dejó el dramático evento, por su magnitud y el número de muertos; pero también dejan constancia de la injusticia ya que el propietario, aunque fue detenido, terminó siendo puesto en libertad sin recibir ningún castigo.

La tumba de la «primera cubana divorciada»

Continúo con la tumba de la primera divorciada de Cuba porque, de alguna manera está relacionada con el Mausoleo de los Bomberos del que acabo de hablar. 

Pero, primero, ¿la historia de qué mujer nos cuenta este panteón de la Necrópolis de Cristóbal Colón?

Ella era Catalina Lasa, popular por su gran belleza entre la alta sociedad de La Habana en la primera década del siglo XX.

Fue mujer de Pedro Luis Estévez Abreu, hijo del primer vicepresidente de la República de Cuba, Luis Estévez Romero, y Marta Abreu, figura icónica del país.

Pero también fue protagonista de lo que se consideró el mayor escándalo de la época cuando se enamoró de otro hombre, Juan Pedro Baró, y quiso divorciarse de su primer marido.

En Cuba no estaba aprobada la Ley del Divorcio, y el marido de Catalina se negaba a darle la separación. Aun así, ella se fue a vivir con Juan Pedro, lo que le supuso un expediente judicial y una orden de captura por bigamia.

Para suerte de Catalina, en 1917 se aprobó la primera versión de la Ley de Divorcio en el país (siendo pionero en Latinoamérica), por lo que finalmente pudo obtener la separación y la nulidad eclesiástica firmada por el Papa Benedicto XV.

Cuando Catalina murió Juan Pedro mandó a construir un panteón y quiso que fuese el más alto de todo el camposanto. 

Sin embargo, la ley no permitía que en el cementerio de Colón hubiese ningún panteón o mausoleo que igualara o superara la altura del monumento a los Bomberos, que además se encuentra muy próximo a la tumba de Catalina (entre la avenida principal y la Calle 1).

Juan Pedro parece que no quería desistir en su homenaje a su mujer y tirando de ingenio optó por plantar dos palmeras reales, una a cada lado del panteón, que con el tiempo superarían en altura al Mausoleo de los Bomberos. 

Y no se equivocó, hoy verás el panteón de esta mujer divorciada junto a dos enormes palmeras reales que superan en altura a todo lo que las rodea.

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Parte delantera del panteón de Catalina Lasa

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Las palmeras, más altas que el panteón, también se ven desde la parte trasera

*Aunque a Catalina se la conoce como la primera divorciada de Cuba, en realidad parece que los primeros divorciados fueron una pareja, también de la alta sociedad, de Ciego de Ávila.

El autor de una de las fotos más famosas de la historia, Alberto Korda

Si hay una foto mundialmente conocida y reproducida en cientos de formatos y soportes, desde esculturas hasta camisetas, es la fotografía que Alberto Korda le hizo al Che Guevara.

Aunque más que hacérsela se la robó porque, aunque no lo parezca, el retrato no fue premeditado ni el Che posó para que lo inmortalizara Korda.

De hecho, se podría decir que fue fruto de la casualidad, la suerte y también la rapidez y la habilidad de este fotógrafo cubano, claro.

El fotógrafo tituló su captura «Guerrillero heroico» y, aunque el mismo quedó impactado por la mirada del Ernesto «Che» Guevara, seguramente no se imaginó lo que ocurriría con esa imagen.

Tomada en 1960, la foto de Korda se convirtió en una de las más icónicas del siglo XX e incluso de la historia, llegando a ser incluida por la revista Time entre las 100 imágenes más influyentes de todos los tiempos desde la invención de la fotografía.

El fotógrafo falleció en 2001 y desde entonces sus restos se encuentran en el Cementerio de Colón de La Habana, entre las calles 4 y 6 e/ H e I.

En la tumba de Alberto Korda se lee un bonito epitafio, una frase de Saint-Exupéry, que dice: «Lo esencial es invisible para los ojos»; junto a su nombre real, Alberto Fernando Díaz Gutierrez.

Sobre su lápida, además, hay un placa de mármol cuya forma superior imita la silueta de su mítica foto: la cabeza del Che con su boina y el pelo alborotado. En esta a su vez está tallado el nombre artístico con el que pasaría a la historia, «Korda».

Tumba de la lealtad del Cementerio de Colón

La tumba de la lealtad, a veces también llamada tumba de la fidelidad, es la de Jeannette Ryder, una estadounidense afincada en Cuba, y su mascota Rinti.

Cuando Jeannette murió su perro Rinti se echó a los pies de la tumba en la que fue enterrada. Aunque al principio los trabajadores del cementerio trataban de hacer que se marchara, el perro siempre volvía. 

Ante semejante muestra de amor por su dueña, al final dejaron que Rinti permaneciera junto a ella.

Rinti se mantuvo junto a la lápida pero, seguramente por la tristeza de su pérdida, se negó a comer y murió a los pocos días donde quería estar, al lado de Jeannette.

La historia resultó tan conmovedora que el Bando de Piedad, fundado por Jeannette, financió la escultura que podemos ver hoy en día, un perro a los pies de su dueña como símbolo de la fidelidad.

Tumba del dominó, la última ficha de Juana

Si has pasado algo de tiempo en Cuba quizás ya sepas las pasiones que levanta el dominó en el país (yo no he visto partidas tan intensas en ningún otro lugar). 

Si no es así, con la historia de esta tumba de la Necrópolis de Cristobal Colón enseguida te harás una idea.

Se trata de la tumba de Juana Martín, tan entregada al dominó que se podría decir que dio la vida por este juego.

Su historia cuenta que se encontraba en la final de una partida con una ficha del doble tres que no podía colocar, y por tanto le era imposible ganar, cuando sufrió el infarto que le causó la muerte en 1925. Una ficha que, al parecer, mantuvo apretada en su mano incluso tras fallecer.

De ahí que sobre su lápida podamos ver una ficha de dominó, concretamente un 3:3 o doble tres, esculpida en mármol blanco y de tamaño considerable.

Quizá el momento en el que sufrió el infarto fue casualidad, o tal vez sí se lo ocasionó, de alguna manera, el disgusto de no poder colocar su ficha.

Sea como fuere, no se tiene constancia de ninguna otra tumba del mundo con una ficha de dominó como la que tiene el sepulcro de Juana.

No solo los faraones descansan en una pirámide

José F. Mata, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana y Presidente del Colegio de Arquitectos de La Habana, era un amante de la arquitectura egipcia así que, ¿qué mejor lugar que una pirámide como sepulcro?

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Eso quizá fue lo que pensó el arquitecto o sus colegas de profesión, ya que no está del todo claro quién diseñó el proyecto.

Fuese quien fuese, la tumba de José Mata, que falleció en 1919, finalmente imitaría una pirámide egipcia, aunque 60 veces más pequeña.

Si bien en algunos lugares se cita que ésta es la única tumba con forma piramidal de todo el cementerio de Colón, siendo precisos, esto no es del todo cierto.

La de José Mata es la única pirámide considerada geométricamente pura, pero en esta necrópolis hay una segunda estructura con arquitectura piramidal. La encontramos en Panteón de la familia Falla Bonet y se trata de una pirámide truncada.

La tumba de José Mata se encuentra en la Calle 2 e/ E y F del cementerio de Colón.

¿Realidad o ficción? La tumba de Cecilia Valdés en el Cementerio de Colón

Cecilia Valdés es la protagonista de la obra considerada como la primera novela cubana y uno de los clásicos de la literatura hispanoamericana, cuya versión definitiva fue publicada en 1882.

Titulada Cecilia Valdés o la Loma del Ángel, la obra escrita por Cirilo Villaverde describe la atmósfera colonial en Cuba a principios del siglo XIX y los horrores de la esclavitud, algo con lo que el autor estaba en contra.

Si bien Villaverde siempre declaró que la protagonista de su obra era ficticia, existen dudas razonables sobre la existencia de Cecilia Valdés.

Precisamente, contribuye a sembrar la duda una de las tumbas que encontramos en el cementerio de Colón, en la Calle 17 e/ F y G.

No muy lejos del sepulcro del propio Cirilo Villaverde, existe una lápida que lleva el nombre de Cecilia Valdés con fecha de 1893, época que coincidiría con los acontecimientos relatados en la obra.

Además, en los documentos de la necrópolis hay constancia de la sepultura de una mujer natural de La Habana en mayo de 1893 cuyos datos, además del nombre, coinciden con el personaje de la novela de Villaverde.

Pero, ¿podría ser tan solo una casualidad? ¿Se trata de otra mujer con el mismo nombre y datos parecidos a los relatados en la historia?

Podría ser, pero la existencia de una correspondencia entre Cirilo Villaverde y un amigo, donde le menciona a la mulata en la que se inspiró para el personaje, también siembra dudas sobre la construcción ficticia de Cecilia.

A pesar de estos indicios, que contradicen las declaraciones del autor, no se sabe a ciencia cierta si la Cecilia Valdés del libro existió o no.

Dicho de otra forma, no se sabe si la Cecilia Valdés de la Necrópolis de Cristóbal Colón fue la musa que inspiró al escritor cubano.

Otras tumbas de personajes importantes de la historia y la cultura de Cuba

La Necrópolis de Cristobal Colón es inmensa, así que no es de extrañar que en ella se encuentren enterrados multitud de personajes relevantes de la historia y la cultura de Cuba. 

He querido contarte en detalle la historia y las peculiaridades de algunas de las tumbas del cementerio de Colón, pero hablar en profundidad de todas ellas daría para un libro. 

Sin embargo, no quería dejar de mencionarte algunas más, de manera que puedas buscarlas cuando visites el cementerio de Colón y/o puedas ampliar información sobre estas personalidades y sus historias.

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  • Máximo Gómez: general en la Guerra de los Diez Años y General en Jefe de las tropas revolucionarias cubanas en la Guerra de Independencia de Cuba (también llamada Guerra del 95 o Guerra Necesaria).

    Sobre su tumba se alza un pequeño obelisco de mármol marrón en cuya base hay un medallón con el rostro de Máximo Gómez.
  • Alejo Carpentier: escritor cubano galardonado con el Premio Miguel de Cervantes en 1977 y considerado uno de los escritores más importantes del siglo XX en la lengua española y las letras hispanoamericanas. Fue uno de los fundadores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

    En su tumba encontrarás una pequeña escultura con forma de libro abierto que contiene como epitafio una cita del autor: «Hombre de mi tiempo soy y mi tiempo trascendente es el de la Revolución Cubana».
  • Leonor Pérez y Mariano Martí: padres de José Martí, poeta y político cubano, creador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra de Independencia de Cuba.

    Aunque José Martí nació en La Habana pasó parte de su infancia en Valencia, ya que su padre era valenciano.

    Su madre, Leonor, también era española, pero natural de Santa Cruz de Tenerife. José Martí, considerado héroe nacional, es una figura fundamental en la historia de Cuba que, además, sigue estando muy presente por todo el país.

    Aunque sus padres están enterrados en la Necrópolis de Colón en La Habana, los restos de José Martí se encuentran en en el cementerio de Santa Ifigenia (Santiago de Cuba), también declarado monumento nacional. En ese mismo cementerio, no muy lejos de los de Martí, se encuentran los restos de Fidel Castro.
  • Nicolás Guillén: poeta, periodista, activista político y Premio Nacional de Literatura de Cuba. Guillén, que era de ascendencia africana y española, enmarcó su obra en el movimiento literario conocido como negrismo y fue una de las figuras más prominentes del mismo.

    Al igual que Alejo Carpentier, Guillén, considerado el poeta nacional cubano, fue uno de los fundadores de UNEAC y ocupó el puesto de presidente desde su fundación en 1961 hasta su muerte en 1989.
  • Kid Chocolate: Campeón Mundial de Boxeo en 1931 y 1932. Su nombre era Eligio Sardiñas Montalvo, aunque fue conocido en el mundo del boxeo como Kid Chocolate.
  • Calixto Garcia Íñiguez: héroe de la independencia cubana que participó en la Guerra de los Diez Años, la Guerra Chiquita y la Guerra de Independencia de Cuba.
  • Ibrahim Ferrer: cantante de son cubano y miembro de Buena Vista Social Club. Realizó numerosas colaboraciones a lo largo de su vida y recibió múltiples premios, incluidos un Grammy por su álbum Buenos Hermanos

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