Ubicado en la comarca de la Maragatería, en el suroeste de la provincia de León, está Castrillo de los Polvazares, un pueblecito pequeño pero con gran encanto.
La belleza de este pueblo leonés me pareció muy singular, con personalidad propia. Homogéneo donde los haya, tanto en arquitectura como en color, la armonía general de este pueblo parece deberse, al menos en parte, a que el pueblo se construyó al completo en su ubicación actual tras unas fuertes inundaciones ocurridas en el siglo XVI.
Sea como fuere, lo cierto es que hasta nuestros días se ha llegado esa imagen de un pueblo donde nada desentona y todo encaja para crear un conjunto realmente bonito.
Castrillo de los Polvazares se encuentra a algo menos de 8 km de Astorga, un destino mucho más conocido y visitado. Estando tan próximos, te recomiendo que no dudes acercarte a conocerlo si visitas Astorga.
Además, a escasos metros de este pueblo pasa el Camino de Santiago con dirección a Foncebadón, por lo que si haces el Camino Francés o la Vía de la Plata también tendrás la oportunidad de conocerlo.
Qué ver en Castrillo de los Polvazares

Con poco más de un centenar de habitantes censados, la tranquilidad emana en cada rincón de Castrillo de los Polvazares y hace que recorrerlo sea una gozada.
A la entrada del pueblo, declarado Bien de Interés Cultural, hay un panel informativo en el que encontrarás especificados los lugares históricos de interés. No obstante, en mi opinión lo mejor que se puede hacer en este coqueto pueblo leonés es perderte entre sus calles y dejar que te sorprenda, porque en cada esquina y en cada recodo puedes encontrarte un rincón de lo más pintoresco.
El aspecto de un pueblo armónico
Completamente construido en piedra y con una gran armonía en el color de los edificios y otros elementos (muros, el empedrado de sus calles, escaleras, puertas...) la imagen general es realmente bonita y con un aire rústico que atrapa.
La mayor parte de las puertas, ventanas y balcones que encontramos al recorrer Castrillo de los Polvazares están pintadas en diferentes tonalidades de verde, aunque también veremos algunas de color azul y otras con el color natural de la madera; es decir en diferentes tonos de marrón.


Otro toque singular que contribuye a crear esa armonía entre todas las construcciones es el enmarcado de puertas y ventanas con una banda ancha de color blanco que encontramos en muchas de las edificaciones del pueblo.
Este detalle, que puede parecer irrisorio, a mi parecer le da un aspecto singular a las fachadas, y el conjunto de tantos edificios con ese mismo patrón contribuye a crear esa personalidad propia que ya mencionaba.


Recorrer Castrillo de los Polvazares
El Puente viejo cruza el río Jerga y nos adentra en las callejuelas empedradas, concretamente hacia la Calle Real, la calle principal que recorre todo el pueblo.
En la Calle Real encontraremos algunos de los mejores ejemplos de arquitectura popular maragata y la mayoría de los restaurantes de este pueblecito. También talleres artesanos y algunas de las casas maragatas más importantes.
Los edificios que se alzan a ambos lados de la calle son todos preciosos, o al menos a mí me lo parecen. Con pórticos enormes, fachadas de piedra de color ocre y gruesos muros.

Las características tanto de sus calles, anchas y despejadas de elementos que puedan suponer un obstáculo, como de las casas que las bordean, nos hablan sutilmente de la historia de este pueblo de León.
Castrillo de los Polvazares era una localidad de mercaderes, de arrieros o arrieros maragatos, como también se les conoce. De tal relevancia era la actividad comercial en la comarca de la maragatería que el término «maragatos», como se conoce a sus habitantes, deriva de la palabra latina «mercator».
Es decir, el transporte de mercancías marcó la identidad de los habitantes de la comarca y, además, condicionó la arquitectura de pueblos como Castrillo de los Polvazares.
Así se explicaría, por ejemplo, la amplitud que notarás en su calle principal, suficientemente ancha y despejada como para facilitar el paso de los carros tirados por mulas.

También las grandes dimensiones de muchas de las puertas que encontramos repartidas por el pueblo, tan grandes y espaciosas como para no entorpecer el paso de los carruajes y/o como para permitir la carga y descarga del género con el comerciaban los mercantes.
Los grandes pórticos además nos dan pistas para encontrar las propiedades de los maragatos más pudientes de Castrillo de los Polvazares.
Y es que los arrieros con mayor poder adquisitivo tenían carruajes más grandes, por lo que precisaban de un acceso más amplio a su vivienda. Otra pista para localizar las viviendas de las familias más ricas es la presencia de escudos familiares en las fachadas.
La huella que dejó el vínculo histórico del pueblo con el comercio itinerante no se limita a los exteriores. La encontramos también en otra característica de las viviendas de Castrillo de los Polvazares, sus espaciosos patios. Estos harían las veces de cuadras para los animales empleados en el transporte de mercancías.
Visitar alguno de los restaurantes del pueblo es una buena opción para ver el interior de alguna de estas construcciones y su decoración, además de para probar el afamado cocido maragato, del que hablaremos más abajo.
Aunque con la llegada del ferrocarril a Astorga allá por 1866 la actividad mercadera dejó de ser fundamental, como verás, Castrillo de los Polvazares ha conservado todos esos elementos que nos hablan de sus orígenes y su historia.
En la bifurcación de la Calle Real encontramos la cruz del Cristo de Arriba. Siguiendo la calle que se abre a su izquierda podremos ver la Casa de la Cultura, la ermita de San Juan y la Casona de los Salvadores, un enorme caserón perteneciente a una de las familias más adineradas del pueblo.

En la Plaza Concha Espina podremos ver la Iglesia de Santa María Magdalena, en cuyo campanario no es raro encontrarse alguna que otra cigüeña.
Tras llegar a este punto lo que te recomiendo es que, si no lo has hecho ya, te dejes llevar por sus enrevesadas callejuelas y descubras esos rincones pintorescos y anónimos que mencionaba más arriba.
El cocido maragato
Al igual que el propio pueblo de Castrillo de los Polvazares, el plato más tradicional y conocido que podemos comer en él también tiene personalidad propia.
A pesar de que en España el cocido es un plato bastante extendido y común, el maragato presenta una variante o característica peculiar.

Este cocido se sirve en tres tandas y, además, en orden inverso a como se suele comer un «cocido estándar». Es decir, al comer cocido maragato nos servirán primero las carnes y embutidos (el compango), a continuación los garbanzos con las berzas y por último la sopa.
Existen muchas teorías que tratan de explicar porqué el cocido maragato se come «al revés», aunque parece que una de las más probable es la que lo relaciona con la tradición arriera de llevar siempre porciones de carne de cerdo ya cocida.
Según esa tradición, los arrieros se comerían ese «take away» que siempre llevaban encima en sus recorridos antes de pedir algo caliente, que sería la sopa; y a raíz de eso la costumbre de comer el cocido maragato en orden inverso se habría extendido por la comarca.
Este plato maragato sí tiene en común con la mayoría de los cocidos la contundencia de sus ingredientes, entre los que se incluyen morcilla, carne de gallina, lacón, carne de cerdo, chorizo, tocino, garbanzos, repollo... Si quieres probar a hacerlo tú mismo/a o conocer todos sus ingredientes, echa un vistazo por aquí.
¿Dónde comer cocido maragato en Castrillo de los Polvazares?

Hay varios restaurantes en Castrillo de los Polvazares donde puedes degustar el cocido maragato. Independientemente de por cuál de ellos te decantes, te recomiendo que, si tienes claro que quieres comer en el pueblo y probar este plato local, reserves con antelación.
Este pueblecito es una parada relativamente frecuente en los típicos viajes de recorridos en autobús con grupos grandes. Eso sumado a que los sitios para comer en el pueblo son limitados, hace que no sea raro encontrarte todos los restaurantes llenos, sobre todo durante los fines de semana, los festivos o en periodos vacacionales como puentes.
Yo solo he probado el cocido maragato en el restaurante Cuca la Vaina y estaba muy bueno. Otros restaurantes en los que puedes comer un cocido maragato durante tu visita a este pueblo leonés son, por ejemplo:
¿Dónde aparcar para visitar Castrillo de los Polvazares?
Por último tan solo añadir que la mejor forma de llegar a Castrillo de los Polvazares, si quieres visitarlo por tu cuenta, es en coche propio (o de alquiler) y destacar que no se puede acceder al pueblo con él (ni falta que hace, la verdad).
El acceso de vehículos al interior del pueblo está restringido a sus habitantes, así que tendrás que dejar tu coche justo a la entrada del pueblo. Hay suficiente espacio y el aparcamiento es gratuito. Desde ahí llegarás andando en pocos minutos a las calles empedradas de este pintoresco pueblecillo.