Es muy fácil encontrar en blogs, redes sociales como Instagram o Facebook, o en foros, por ejemplo, comentarios, opiniones e incluso extensos artículos o vídeos sobre lo malo, poco variado o lo caro que resulta comer en Cuba.
Obviamente, cada uno percibimos el mundo a nuestra manera, sacamos nuestras propias conclusiones y somos libres de compartirlas donde y con quien queramos. Sin embargo, si algo me ha enseñado viajar tanto y a lugares tan diversos es a evaluar los destinos de la manera más objetiva posible.
Por un lado está el aspecto personal: nuestros gustos, preferencias, personalidad, éxito al organizar el viaje y a la hora movernos por el destino que visitamos...
Por otro lado está todo aquello que puede marcar nuestra experiencia de viaje y que se escapa a nuestro control: el clima, nuestra condición física (por ejemplo, si nos ponemos enfermos), situaciones desagradables o percances que puedan ocurrir, características propias del destino, factor suerte, etc.
Todas esas cosas condicionarán nuestras conclusiones finales sobre el viaje en cuestión y/o el destino que hemos visitado; pero, si realmente queremos ser justos, siempre hemos de tener claro que todo eso no necesariamente retrata la realidad (objetiva) del país, el destino o del algún aspecto concreto del mismo.
Es decir, creo que cuando compartimos una opinión o impresión personal, que se basa en una experiencia breve y condicionada, y no en un "trabajo de investigación" en el que he escudriñado todos los aspectos y factores que influyen aquello de lo que hablo, es importante dejar claro que se trata de eso; de cómo yo, como persona con gustos concretos y en unas circunstancias determinadas durante mi viaje, he vivido ese destino.
Sin embargo, muchos viajeros asumen su experiencia particular como verdad absoluta, contándole al mundo que un destino es así o asá (aunque haya pasado en él no más de 8 días), sin reflexionar sobre como sus gustos y preferencias personales, su preparación para ese viaje o experiencia previa como viajero/a, y las situaciones que hayan ocurrido durante su viaje han podido influir en su percepción del mismo.
Por ejemplo, si yo viajo a Gran Canaria 4 días y me toca lo que llamamos “panza de burro” (unas nubes densas y bajas que forman como una capa y no te dejan ver el sol), no tiene sentido que yo me dedique a pregonar por ahí algo como:
“Aunque Gran Canaria es conocida por sus playas y buen clima, en realidad esto no es así. Es frecuente encontrarse el cielo totalmente encapotado, haciendo que no puedas disfrutar del mar en la isla, por tanto, a menos que vayas a viajar en los meses de verano, olvídate de ese cielo azul y los días de playa que estabas imaginando”.
¿Cuatro días y ya asumo que el clima en Gran Canaria no es tan bueno como reflejan, ya no las opiniones de otros viajeros, sino datos objetivos como las estadísticas de días de sol al año y las temperaturas medias anuales? ¿No se me ocurre pensar que he tenido mala suerte con el clima? ¿Ni se me pasa por la cabeza que 4 días son insuficientes para transmitir mi experiencia y conocimiento sobre este destino como si fuera una verdad absoluta?
Desde luego que es insuficiente. Y ojo, esto no quiere decir que no podamos compartir nuestras impresiones sobre un destino a menos que vivamos un año en él. Claro que podemos y debemos, pero siendo conscientes de las limitaciones personales y/o externas que hayan podido afectar a nuestra experiencia, siendo objetivos, nunca lanzando verdades absolutas y siempre recalcando cuándo algo puede deberse a nuestro caso o experiencia particular.
Teniendo en cuenta eso y retomando el ejemplo anterior, sería mucho más lógico contar algo como:
“Aunque Gran Canaria es conocida por sus playas y buen clima, nosotros tuvimos un poco de mala suerte con este último para los planes que llevábamos.
Nos tocó lo que en la isla se conoce como “panza de burro”, unas nubes densas que, la verdad, nos quitaron las ganas de playa que teníamos. Esta panza de burro o masa de nubes bajas ocurre en algunas zonas de la isla de vez en cuando a lo largo del año y, lógicamente, no dura eternamente; pero como nosotros solo teníamos 4 días de escapada, nos la comimos enterita. Seguramente si hubiésemos podido disfrutar de un viaje más largo, podríamos haber disfrutado del cielo azul de Gran Canaria en cuanto se disipara la panza de burro. No obstante, aunque esas nubes no sean ideales para ir a la playa (al menos para nosotros, a los surferos parecía no importarles), no impiden realizar muchas otras actividades, ya sea de turismo urbano y cultural como de naturaleza de montaña. El clima es impredecible, pero si estás dispuesto, siempre puedes adaptarte a él y disfrutar igualmente de tu viaje a Gran Canaria”.
Lo que aparece subrayado remarca que lo que se cuenta está muy ligado a ese viaje en particular, con sus características y situaciones concretas, y a los gustos personales y preferencias en cuanto a los planes de esa persona. De esta manera queda claro que, por ejemplo, como el clima es impredecible, podemos tener mala suerte, y eso no significa que Gran Canaria no tenga un clima fantástico la mayor parte del año; o que, si mi viaje a Gran Canaria tiene otros objetivos más allá de ir a la playa, puedo disfrutar a tope de mi viaje independientemente del tiempo que haga.
En definitiva, es una opinión mucho más justa con el destino y mucho más objetiva que la anterior, con lo cual, también es más real y más útil para aquellos viajeros potenciales con quienes compartamos nuestra experiencia.
Dicho de otra forma, la segunda opinión refleja una posibilidad que puede suceder en un viaje a Gran Canaria (encontrarse con la panza de burro) pero deja claro que no es “una verdad absoluta”, algo que disguste a cualquiera que visite la isla o algo que siempre se de en la misma. Informa sobre algo que podemos encontrarnos en la isla, pero no da por sentado que siempre y para todo el mundo será así.
Pero, ahora que nos hemos puesto en situación, marcando los límites entre lo subjetivo y lo objetivo, vamos con el tema de este post: la comida cubana.

Comer en Cuba:
la falta de objetividad sobre la gastronomía de un país
Si prácticamente cualquier aspecto de un viaje (por no decir todos) se ve influenciado por nuestros gustos personales, las circunstancias que se den durante el mismo y las características del país visitado, en el caso de la gastronomía, ni te cuento.
Y es que, en lo que a comer se refiere, sería absurdo no reconocer que “cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre”: alimentos que nos gustan y alimentos que odiamos, sabores, aspecto, punto de cocción, alergias alimenticias, dilemas morales, hábitos y costumbres... Existen infinidad de factores, totalmente subjetivos, que afectan a nuestra forma de valorar un plato concreto o toda la gastronomía de un país.
Por ello, las comidas constituyen uno de los aspectosde un viaje en los que más injusticias se cometen cuando se comparten opiniones sobre el tema; precisamente, porque nos convertimos en jueces de la verdad y en muchos casos se nos olvida por completo que, tal vez, el problema seamos nosotros.
Nosotros por nuestros gustos y peculiaridades a la hora de comer, pero también por nuestra mejor o peor capacidad para dar con los lugares adecuados para comer en Cuba (o el destino que sea). Y en esto último entran en juego infinidad de condicionantes: la soltura para movernos por el país, lo que nos hayamos informado antes del viaje, nuestro buen ojo para elegir restaurantes o platos concretos, nuestro presupuesto de viaje, etc.
Cuba no es el país más sencillo para moverse ni para romper la barrera turística, sobre todo cuando se visita por primera vez, si se viaja solo, si la persona no se prepara adecuadamente para el viaje o si no se tiene mucha experiencia viajera; y eso hace que muchos turistas acaben gastando más de lo necesario y llevándose una impresión de la gastronomía cubana que dista mucho de la realidad.
Después de haber estado en innumerables ocasiones y en muchísimos rincones de Cuba y de, además, haberlo corroborado con los grupos de viajeros que han viajado conmigo a Cuba en los viajes que organizo, te garantizo que, si has leído, oído o visto alguna de las afirmaciones que te dejo a continuación, te han mentido; o, por lo menos y para no ser yo tampoco 100% tajante, la persona que te lo ha contado no ha sido objetiva y no conocía de verdad Cuba (o al menos su gastronomía):
- Comer en Cuba es carísimo
- En Cuba básicamente puedes comer arroz blanco
- Si no quieres gastar, todo lo que puedes comer son sandwiches, pizza y poco más
- En Cuba un plato te cuesta como mínimo 15 CUC
- Solo puedes comer a precio turista
- La gastronomía cubana no tiene variedad
- La comida cubana en los restaurantes no tiene calidad
Todo eso no es cierto, principalmente porque muchas personas lo cuentan como verdades absolutas y para nada lo son.
Y fíjate que ni si quiera incluyo algo como "la comida en Cuba es mala", porque eso es algo totalmente personal. Sí he añadido en una de las frases "no tiene calidad", porque ahí estamos juzgando subjetivamente algo que se debe valorar objetivamente.
A mí me podrás poner una bandeja de las mejores ostras frescas del mundo pero, lo siento, no puedo con ellas. No me gustan, a mí; otros se volverán locos por ellas. Porque que a mí no me gusten no significa que sean malas o un producto de baja calidad.
Imagínate también a un vegano o vegetariano al que le sirven un chuletón de máxima calidad y preparado a la perfección. ¿Estará malo ese chuletón? Desde luego que no, pero lógicamente a un vegano o un vegetariano no le gustará, no por la calidad del plato sino por sus condicionantes, preferencias y gustos personales.
Pero vamos a desgranar esas desafortunadas afirmaciones, más frecuentes de lo que me gustarían y que distan tanto de la realidad que podemos encontrar al comer en Cuba.
Comer en Cuba: ni caro ni un único plato ni baja calidad
Lógicamente, como en cualquier parte del mundo, hay lugares caros para comer en Cuba, pero no son los únicos ni la mayoría.
En Cuba es posible comer de forma económica, pero para ello debemos conocer de antemano el rango de precios que podemos encontrar en el país y saber movernos por el mismo, algo que, como es normal y dadas las peculiaridades de Cuba, muchos turistas que viajan por primera vez a la isla no llegan a dominar.
Por otro lado, comer en Cuba sin gastar mucho no significa como algunos dicen tener que alimentarte a base de sandwiches. Hay muchos lugares con platos riquísimos y abundantes a muy buen precio en cualquier rincón del país.
El arroz es uno de los alimentos más recurridos en Cuba, eso es cierto, pero ni es el único, ni se prepara de una única forma, ni todos los platos son a base de arroz.
La variedad de platos en la gastronomía cubana es amplia (carnes, pescados, mariscos, vegetales, platos calientes, fríos, sopas...) y la calidad estupenda en la mayoría de lugares.
¿Que nos podemos encontrar un sitio cutre o de calidad preocupante? Por supuesto, engañaría si te dijese que eso en Cuba no existe, pero es que existe en cualquier lugar del mundo; aunque afortunadamente, son una minoría muy escasa y si se sabe cómo, es posible identificarlos en muchas ocasiones y darles esquinazo.
Entonces, ¿porqué la gente comparte esas afirmaciones si no son ciertas o no reflejan la realidad completa? Pues yo diría que por lo mismo que ocurría en el ejemplo inicial del clima en Gran Canaria.
El desconocimiento, las peculiaridades de nuestros gustos a la hora de comer, la mala suerte, el no saber por donde moverse o a dónde ir a comer en Cuba... y, por supuesto, el asumir que nuestra experiencia personal refleja de manera fiel e inequívoca la realidad, en este caso, de la gastronomía cubana.
Que uno haya pagado 15 CUC por un plato, no significa necesariamente que ese sea el precio medio en el país.
Una cosa es decir “a mí no me ha gustado la gastronomía de Cuba” y otra muy diferente es sentenciar “la comida en Cuba es mala”.
Que uno no haya encontrado buenos sitios para comer (a su criterio, además) no significa que no existan; tal vez no los ha encontrado, y le hubiese venido bien viajar acompañado de alguien que realmente conozca el país, informarse muchísimo más antes del viaje o invertir un mayor esfuerzo a la hora de encontrar esos lugares por sí mismo una vez en el país (saliéndose de las zonas turísticas, preguntando a gente local, andando más, no metiéndose a comer en el primer sitio que se cruza en cuanto le entra hambre...).
En definitiva, no dejes que te vendan la moto; y cuando leas, veas o escuches opiniones que se comparten como verdades absolutas, cógelas con pinzas y no olvides que esa persona tiene sus propios gustos y circunstancias concretas.
Cree más a aquellos que se molestan en distinguir entre lo subjetivo y lo objetivo, a quienes realmente conocen el país en cuestión (o el tema del que hablen) y a quienes te muestran una imagen completa, y no sesgada, de aquello que están hablando, a ser posible con datos objetivos y que no puedan alterarse según la percepción de cada uno de nosotros.
Y, hablando de datos objetivos... quizás estás pensando, sí sí Zeneida, tu me dices que esa gente que dice, por ejemplo, que la gastronomía de Cuba es poco variada no tiene ni idea. ¿Porqué creerte a ti y no a ellos?
Pues bien, aunque la condición de “variada” bien podría ser subjetiva (es decir, no hay un número mínimo de platos o materias primas que marque la diferencia entre una gastronomía variada y otra que no lo es), puedes creerme porque, además de mi experiencia y conocimiento del país, aporto pruebas objetivas de esa variedad y de que no es cierto que en solo se pueda comer arroz blanco en Cuba.
Por ejemplo, este post: "La gastronomía cubana en 12 platos", que lleva publicado en el blog bastante tiempo, es una muestra de ello. Pero también puedes ver esas pruebas objetivas de que en Cuba existen numerosas opciones a la hora de comer en el siguiente vídeo.
Este vídeo lo cree para los stories de Instagram (¿todavía no me sigues?) para hablar de este tema en dicha red social; es decir, para comentar cuán injustos son muchos viajeros/as (por desconocimiento o exceso de subjetividad y confianza) con aquello que tiene que ver con comer en Cuba; y desmentir, con pruebas que podrás ver en el vídeo, esas afirmaciones que no se ajustan a la realidad gastronómica del país.
¡Espero que te guste!